Talle Y Sabor

TALLE Y SABOR

A Joel Santiago

Talle y sabor,

palmeras y tamarindos,

dénselo al río

talle y sabor; dánzalo, río,

líbalo.


Palmeras y tamarindos,

dicen las voces

anaranjadas del mediodía

que el sol madura.

Por mi garganta

verde-limones gotas adulan

sabor dorado que tiene estrías.

Es la saliva

del tamarindo que en lides ácidas

es amarilla.


Hay una sombra de tamarindos

adormecida.


El río escurre

su vidrio tibio

y en sus orillas de vidriería

varó el jacinto su balsa verde

jardín de ojeras

en que una gota de alcohol se quema

al fuego soplo del mediodía.

Una palmera:

acción al vértice

que impulse curvas a todos lados.

Lo vertical

girado en círculos que alcen columna,

y arcos y flechas

a cielo surjan.


Una palmera

suspende el ramo del mediodía

y lo hechicera.

Talle sin túnica,

cuello sonoro,

palma palmera.


Los palmerales junto a los ríos

en grupos firmes

su vida templan.


Una palmera

es un objeto sin nombre; algo

que el mediodía sostiene y llena.

¡Con cuánto acento

yo lo dijera

si yo pudiera!


Palmeras y tamarindos

viven al río

junto a jacintos.


Se redondea

la luz, y suda

la luz desnuda del mediodía.


Arde la esfera

frutal del trópico.


La banderola de un airecillo

promueve frotes

sobre la copa de un tamarindo.


El sol, al centro de cuanto vive,

se paraliza.

En un momento,

no queda nada.


Y en otro instante, todo reinicia,

y el tiempo brota por todas partes

en un tremendo trajín de vida.


Talle que cumple

goce perfecto:

tú eres, palmera,

paisaje esbelto.


Sabor de luces

baja a la tierra:

árbol entero

te saborea.


Algo en mi sangre

se dice dueño...


Palmeras y tamarindos:

aquí los traje, y aquí los tengo.

Tabasco, 1943.

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