¡guerra!
¿Oís?, es el cañón. Mi
pecho hirviendo
el cántico de guerra entonará,
y al eco ronco del cañón venciendo,
la lira del poeta sonará.
El pueblo ved que la orgullosa frente
levanta ya del polvo en que yacía,
arrogante en valor, omnipotente,
terror de la insolente tiranía.
Rumor de voces
siento,
y al aire miro deslumbrar espadas,
y desplegar banderas;
y retumban al son las escarpadas
rocas del Pirineo;
y retiemblan los muros
de la opulenta Cádiz, y el deseo
crece en los pechos de vencer lidiando;
brilla en los rostros* el marcial contento,
y dondequiera generoso acento
se alza de PATRIA y LIBERTAD tronando.
Al grito de la patria
volemos, compañeros,
blandamos los
aceros
que intrépida
nos da.
A par en nuestros
brazos
ufanos la ensalcemos
y al mundo proclamemos:
"España
es libre ya".
¡Mirad, mirad en sangre,
y lágrimas
teñidos
reír
los forajidos,
gozar en su
dolor!
¡Oh!,
fin tan sólo ponga
su muerte a
la contienda,
y cada golpe
encienda
aún más
nuestro rencor.
¡Oh siempre dulce patria
al alma generosa!
¡Oh siempre
portentosa
magia de libertad!
Tus ínclitos
pendones
que el español
tremola,
un rayo tornasola
del iris de
la paz.
En medio del estruendo
del bronce pavoroso,
tu grito prodigioso
se escucha resonar.
Tu grito que
las almas
inunda de alegría,
tu nombre que
a esa impía
caterva hace
temblar.
¿Quién hay ¡oh compañeros!,
que al bélico
redoble
no sienta el
pecho noble
con júbilo
latir?
Mirad centelleantes
cual nuncios
ya de gloria,
reflejos de
victoria
las armas despedir.
¡Al arma!, ¡al arma!, ¡mueran los carlistas!
Y al mar se lancen con bramido horrendo
de la infiel sangre caudalosos ríos,
y atónito contemple el océano
sus olas combatidas
con la traidora sangre enrojecidas.
Truene el cañón: el cántico de guerra,
pueblos ya libres, con placer alzad:
ved, ya desciende a la oprimida tierra,
los hierros a romper, la libertad.
pecho hirviendo
el cántico de guerra entonará,
y al eco ronco del cañón venciendo,
la lira del poeta sonará.
El pueblo ved que la orgullosa frente
levanta ya del polvo en que yacía,
arrogante en valor, omnipotente,
terror de la insolente tiranía.
Rumor de voces
siento,
y al aire miro deslumbrar espadas,
y desplegar banderas;
y retumban al son las escarpadas
rocas del Pirineo;
y retiemblan los muros
de la opulenta Cádiz, y el deseo
crece en los pechos de vencer lidiando;
brilla en los rostros* el marcial contento,
y dondequiera generoso acento
se alza de PATRIA y LIBERTAD tronando.
Al grito de la patria
volemos, compañeros,
blandamos los
aceros
que intrépida
nos da.
A par en nuestros
brazos
ufanos la ensalcemos
y al mundo proclamemos:
"España
es libre ya".
¡Mirad, mirad en sangre,
y lágrimas
teñidos
reír
los forajidos,
gozar en su
dolor!
¡Oh!,
fin tan sólo ponga
su muerte a
la contienda,
y cada golpe
encienda
aún más
nuestro rencor.
¡Oh siempre dulce patria
al alma generosa!
¡Oh siempre
portentosa
magia de libertad!
Tus ínclitos
pendones
que el español
tremola,
un rayo tornasola
del iris de
la paz.
En medio del estruendo
del bronce pavoroso,
tu grito prodigioso
se escucha resonar.
Tu grito que
las almas
inunda de alegría,
tu nombre que
a esa impía
caterva hace
temblar.
¿Quién hay ¡oh compañeros!,
que al bélico
redoble
no sienta el
pecho noble
con júbilo
latir?
Mirad centelleantes
cual nuncios
ya de gloria,
reflejos de
victoria
las armas despedir.
¡Al arma!, ¡al arma!, ¡mueran los carlistas!
Y al mar se lancen con bramido horrendo
de la infiel sangre caudalosos ríos,
y atónito contemple el océano
sus olas combatidas
con la traidora sangre enrojecidas.
Truene el cañón: el cántico de guerra,
pueblos ya libres, con placer alzad:
ved, ya desciende a la oprimida tierra,
los hierros a romper, la libertad.
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