La Guerra

LA GUERRA


El hombre de inteligencia rudimentaria salió
a cazar lejos de su llanura inundada, al empezar el día de una
época primitiva.

Dirigió sus pasos a un desfiladero de origen
volcánico, donde habitaban dragones crispados y aves deformes y
perezosas.

Escogió, durante el trayecto, las piedras
más sólidas, para armar su honda.

Emitió gritos con el mayor aliento, usando
las manos a guisa de tornavoz.

Otro hombre apareció, vestido de una zamarra
y aparejado a la lucha. Vociferaba desde la cima de un monte. Su rostro
se perdía en el bosque del cabello y de la barba.

El combate duró, sin decidirse, un tiempo
indefinido. Hilos de sangre pintaban la cara y el pecho de los rivales.

Una mujer falseó cautelosamente el pie del
defensor y lo precipitó desde la altura. Se vengaba de una
sumisión abyecta.

El vencedor la toma bajo su autoridad e impone sobre
sus hombros la suma del botín. La dirige hacia la llanura por
una cuesta breve.

Se despreocupa de la espalda abrumada y de los pies
sangrientos de la cautiva.


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