La Visita

LA VISITA


Los brujos del yermo se escondían a pasar los
meses de la nieve en los senos del monte. Un rústico los
sorprendió en el curso de un sopor y murió de extinguir
con su aliento una lámpara de ónix, sobre una mesa de
piedra, en la galería falaz.

Su hija, atenta a los signos de la lluvia, retiene
en torno de sí los hermanos menores y los persuade con la
amenaza del temporal. Interrumpe la urdimbre de un tejido, solaz de la
espera, e imagina el caso de su progenitor. Distingue el acto
imprudente y las consecuencias del humo funesto.

Las almas de los brujos insensibles recorren el
vecindario en forma de gnomos y las preside Lucifer, vestido de gris.

La hija del rústico demanda el auxilio
sobrenatural y lo retribuye de antemano, arrojando por la ventana y al
espacio libre un ratón, presente de los supersticiosos a Lucifer.

Los hijos del rústico pierden el sentido al
descubrir en su ventana, poco después, el semblante de un oso
crepuscular.


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