Yo nunca fui de los que pensaban que Dylan era un monstruo por pasarse a la guitarra eléctrica. Me gustó el cambio. Pero debo decir que la fuerza del joven Dylan como cantante de protesta —él siempre lo negó pero lo siento, Bob, eras un cantante de protesta— residía en que tomaba la guitarra, tocaba ante una multitud y su música y sus palabras eran como una flecha. La gente subestima su capacidad musical. La melodía y las palabras se disparaban como flechas. A mí me sigue pareciendo increíble.

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