Vicente Huidobro

Vicente Huidobro

1893-01-10 Santiago
1948-01-02 Cartagena
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Algunos Poemas

Poemas Póstumos 18

Veo el universo reducido
A una caja entre cirios y flores que se despiden
Me veo y veo a tantos otros
Ovejas de amargura
Sobre el abrevadero de su ataúd
Bebiendo la eternidad y su belleza

Pobrecitas palomas malheridas
Lavando en la muerte
Su sangre y su dolor de muerte

Así estuvimos así estaremos
Grabados para siempre
En el recuerdo y su gran llaga
Y hemos de vernos siempre cordero desolados
Bebiendo tu dulzura y contando los minutos del silencio
En qué mares se mece este ataúd
Con su velamen pronto
Zarpamos todos Por qué tú sola
Yo mecía tu cuna de la muerte
Como un día meciste la cuna de mi vida
Mecía tu ataúd hecho un jardín
Lleno de rosas vestidas de viaje
Sobre las olas de la angustia
Oía cantar las aguas niñas hacia el sol
Y detrás de los rosales
Veía tu rostro y tu sonrisa
Como si te pasearas muy alegre
Tú sola satisfecha
En un planeta de llantos

Por qué embarcaste sola en ese barco
Y te sonríes
Crujen las jarcias de tu velero
Conoces el piloto que arrojó el corazón a los tiburones
Y mira el hoyo en el pecho vacío
Como los ojos de los ciegos
Qué barco es éste que tiene tanta prisa
Que desgarra las anclas de nuestro corazón
Y corta todas las amarras
Qué fantasma nocturno irguió las velas
De dónde viene ese viento
Que te lleva como si fueras suya
Pero no sabe que eres mía
Que me estás escrita en las entrañas
Que estás hirviendo en mi garganta
Qué barco es éste que viene a desafiarme
Oh marinero negro
No conoces mi fuerza de rebelde
Ignoras mi soberbia de monstruo arcaico

Altazor Canto Ii

Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma

Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro

¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas

Reflejo de armaduras despiadadas
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el bosque los sueños

Heme aquí perdido entre mares desiertos
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una torre de frío
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de la montaña
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez

El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor
Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas

Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento

Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo bajo tu andar visible
Pues todo es artificio cuando tú te presentas
Con tu luz peligrosa
Inocente armonía sin fatiga ni olvido
Elemento de lágrimas que rueda hacia adentro
Construido de miedo altivo y de silencio.

Haces dudar al tiempo
Y al cielo con instintos de infinito
Lejos de ti todo es mortal
Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad

He aquí tu estrella que pasa
Con tu respiración de fatigas lejanas
Con tus gestos y tu modo de andar

Con el espacio magnetizado que te saluda
Que nos separa con leguas de noche

Sin embargo te advierto que estamos cosidos
A la misma estrella
Estamos cosidos por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo de cielo
Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa
La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño

En vano tratarías de evadirte de mi voz
Y de saltar los muros de mis alabanzas
Estamos cosidos por la misma estrella

Estás atada al ruiseñor de las lunas
Que tiene un ritual sagrado en la garganta

Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de presagio y de muerte

Tengo una atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de tu sombra en el aire

Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?

Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes

¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío

Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho

Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta

Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Ha hace liviano el orbe en las espaldas

Mi alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de
árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe

Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato

Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante
emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arco iris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma

Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quién salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración

Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas

Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en en el
aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados.
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del
éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos

Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?
Escritor vanguardista chileno, fundador de su propio movimiento poético y defensor entusiasta de la experimentación artística durante el periodo de entreguerras. Hijo de madre escritora, estudió en su ciudad natal, Santiago, y ya desde pequeño mostró un gran talento literario: sus primeros poemas los escribió a los doce años. Siendo aún adolescente, publicó un manifiesto en el que rechazaba toda la poesía anterior a él. Se trasladó a París, donde pronto entraría en contacto con la literatura de los poetas surrealistas Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy, junto a los cuales fundaría la revista Nord-Sud. Se distanció poco después del surrealismo, al no aceptar la opinión de que el artista es un mero instrumento revelador de su inconsciente. Del mismo modo, rechazó el futurismo al pensar, con cierta razón, que una vez que las masas se hubieran familiarizado con los hallazgos del mundo moderno, los himnos futuristas a la aeronáutica y a los rascacielos, por ejemplo, perderían gran parte de su valor. Su respuesta a todos estos movimientos de comienzos de nuestro siglo fue el creacionismo, una corriente revolucionaria que situaba al poeta a la altura de un dios, dedicado a crear un nuevo tipo de poesía que compitiera con la naturaleza en lugar de reflejarla. Este concepto constituyó el eje de su obra poética, sembrada de impactantes imágenes, de yuxtaposiciones efectistas y de letras y secuencias de palabras de carácter aleatorio. Algunos de su poemas recuerdan los caligramas de Apollinaire.

En 1918, ya en Madrid (España), fundó el grupo creacionista, y su gran habilidad de comunicador contribuyó a extender el entusiasmo por la experimentación en la Europa de entreguerras. Respecto a sus últimas obras, existen opiniones muy contrapuestas. Así, mientras algunos críticos literarios afirman que se trata simplemente de la producción, muy poco interesante, de un charlatán empeñado en promocionar su imagen, otros, en cambio, encuentran en Huidobro la voz de un poeta serio, capaz de expresarse con viveza, humor y gran inventiva, sobre todo en obras como Altazor o el viaje en paracaídas (1931). No por nada fue retratado por Picasso y Juan Gris. Para no pocos, con Gabriela Mistral y Pablo Neruda, constituye la trinidad de la gran poesía chilena. Además de poemas, su producción se completó con novelas (Sátiro o el poder de las palabras, 1939), manifiestos, ensayos (Vientos contrarios, 1926) y obras teatrales (Gilles de Raiz, en francés, 1932). Como parte de sus ocurrencias, escribió su propio epitafio: -Abrid esta tumba: al fondo de esta tumba se ve el mar-. Se encuentra sepultado en Cartagena (Chile), frente al mar.  

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