Duque de Rivas

Duque de Rivas

1791-03-10 Córdoba
1865-06-22 Madrid
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Una Antigualla De Sevilla Romance Segundo El Juez

Las cuatro esferas doradas,
Que ensartadas en un perno,
Obra colosal de moros
Con resaltos y letreros,

De la torre de Sevilla
Eran remate soberbio,
Do el gallardo Giraldillo
Hoy marea el mudable viento

(Esferas que pocos años
Después derrumbó en el suelo
Un terremoto) brillaban
Del sol matutino al fuego,

Cuando en una sala estrecha
Del antiguo Alcázar regio,
Que entonces reedificaban
Tal cual hoy mismo lo vemos,

En un sillón de respaldo
Sentado está el Rey Don Pedro,
Joven de gallardo talle,
Mas de semblante severo.

A reverente distancia,
Una rodilla en el suelo,
Vestido de negra toga,
Blanca barba, albo cabello,

Y con la vara de Alcalde
Rendida. al poder supremo,
Martín Fernández Cerón
Era emblema del respeto.

Y estas palabras de entrambos
Recogió el dorado techo,
Y la tradición guardólas
Para que hoy suenen de nuevo:

R. —«¿Con que en medio de Sevilla
Amaneció un hombre muerto,
Y no venís a decirme
Que está ya el matador preso?»

A. —«Señor, desde antes del alba,
En que el cadáver sangriento
Recogí, varias pesquisas
Inútilmente se han hecho».

R. —«Más pronta justicia,
Alcalde, Ha de haber donde yo reino,
Y a sus vigilantes ojos
Nada ha de estar encubierto».

A. —«Tal vez, señor, los judíos,
Tal vez los moros, sospecho...»
R. —«¿Y os vais tras de las sospechas
Cuando hay un testigo, y bueno?

»¿No me habéis, Alcalde, dicho,
Que un candil se halló en el suelo
Cerca del cadáver?... Basta,
Que el candil os diga el reo».

A. —«Un candil no tiene lengua».
R. —«Pero tiénela su dueño.
Y a moverla se le obliga
Con las cuerdas del tormento.

»Y ¡vive Dios! que esta noche
Ha de estar en aquel puesto
O vuestra cabeza, Alcalde,
O la cabeza del reo».
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