La Amante

LA AMANTE

Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas,

celeste, submarina, subterránea,

ahijada de las nubes,

sobrina del oleaje,

madre de minerales

y vegetales de oro,

universal, florida,

jugosa como caña

y ligera de brisas

y cánticos de seda.


Desdichada penumbra al encontrarte

negándose tu cuerpo a mi deseo,

dándose al día siguiente,

circulando en el aire que respiro,

diseñando mi vida,

mi agonía

y mi muerte sencilla,

y mi futura muerte

entre los muertos.


Ah tu cordial miseria de caricias,

el gesto amargo de tus manos

y la rebelde fuga de tu piel,

cómo me decepcionan,

me castigan y ahogan,

hembra de plata líquida,

insobornable y mía.


Y tu noche de gritos y gemidos,

alimentando vida, creando luz,

provocando sudor, melancolía,

amor y más amor desfallecido,

tumultos de palabras,

mi desdichada niña,

olvidándote, sí, casi perdiéndote

en el ruido de torsos y sollozos.


Pero siendo destino, siendo gloria

tus cabellos castaños, tus miradas

y tus feas rodillas de suave juventud.

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