A Salvador Díaz Mirón

Tienes en tu laúd cuerdas de oro
que el soplo del espíritu estremece,
y tu genio, como un alto sicomoro,
entre borrascas y huracanes crece.

No te brinda la musa sus favores
entre mirtos y rojas amapolas:
cuando quieres gozar de sus amores
la acechas, la sorprendes y la violas.

Tu verso no es el sonrosado efebo
que en la caliente alcoba se afemina:
vigoroso como Hércules mancebo
acomete, conquista y extermina.

El mar es como tú: con su rüido
de tus estrofas la cadencia iguala;
refleja el cielo cuando está dormido
y en sus momentos de furor lo escala.
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