Mendes y el Toreo Redondo

Ceder seda por seda,
milímetro a milímetro,
el tejido de pétalos
a las agujas más finas.

Tejer, tejer, tejer.
Tejer el toro en rosa,
sin ceder el terreno
exacto al matador.

En la lisura de la seda,
en un corte de vislumbre,
deslizar en la muleta
la pureza de la lumbre.

Retener en la suerte el toro,
dar la vena en los dedos,
trayendo el cuero al cuerpo
sin el corte del miedo.

En la finura de la aguja,
aunque la sangre se hiele,
retener la rosa oscura
en el pétalo de la piel.

En el toreo redondo,
verterse en sangre y sal,
tejiéndose en la rosa
de rojo fatal.

Milímetro a milímetro,
ceder, ceder, ceder.
Ceder hasta el límite
de sentirse morir.

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