José Echegaray
Engenheiro civil, economista, matemático, político e dramaturgo espanhol. Os conflitos envolvendo o sentido do dever estão no cerne da maior parte das suas peças,
1832-04-19 Madrid
1916-09-14 Madrid
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La lucha eterna
Oye: yo te he querido con locura,
y aquí en mi corazón fuiste señora;
yo cifré en tu cariño mi ventura,
y has alumbrado mi existencia obscura
con reflejos dulcísimos de aurora.
Tú llenaste mi pecho de consuelo,
y aún por tí el alma a mi pesar suspira;
tuve en tí tanta fe como en el cielo,
y busqué tu cariño con anhelo,
y me juraste amor... ¡y fue mentira!
Mira, ve lo que has hecho:
aquí hubo un corazón dentro del pecho
que latió para tí, para tí sola,
y hoy tu gran ingratitud me inmola,
te lo vengo a pedir, y está deshecho.
Escucha: has sido infiel, me has engañado;
hay huellas en tu faz que te delatan
y que van pregonando tu pecado.
Vé por qué vengo a hablarte con enojos,
y vé por qué mis penas se desatan,
pues comprendí la vida por tus ojos,
y ahora tus ojos son los que me matan.
¡Aparta!... ¡Huye de mí! No quiero verte.
¡Déjame, que no puedo!
Yo debo aborrecerte,
y tus ojos me impulsan a quererte,
y miro al corazón... ¡y tengo miedo!
¡Huye!... Comprende lo que estoy penando,
y perder este amor lo que me cuesta...
¿Ves? Te quiero olvidar, y estoy llorando;
¡que la razón, que es fuerte, te detesta,
pero te quiere el corazón que es blando!
y aquí en mi corazón fuiste señora;
yo cifré en tu cariño mi ventura,
y has alumbrado mi existencia obscura
con reflejos dulcísimos de aurora.
Tú llenaste mi pecho de consuelo,
y aún por tí el alma a mi pesar suspira;
tuve en tí tanta fe como en el cielo,
y busqué tu cariño con anhelo,
y me juraste amor... ¡y fue mentira!
Mira, ve lo que has hecho:
aquí hubo un corazón dentro del pecho
que latió para tí, para tí sola,
y hoy tu gran ingratitud me inmola,
te lo vengo a pedir, y está deshecho.
Escucha: has sido infiel, me has engañado;
hay huellas en tu faz que te delatan
y que van pregonando tu pecado.
Vé por qué vengo a hablarte con enojos,
y vé por qué mis penas se desatan,
pues comprendí la vida por tus ojos,
y ahora tus ojos son los que me matan.
¡Aparta!... ¡Huye de mí! No quiero verte.
¡Déjame, que no puedo!
Yo debo aborrecerte,
y tus ojos me impulsan a quererte,
y miro al corazón... ¡y tengo miedo!
¡Huye!... Comprende lo que estoy penando,
y perder este amor lo que me cuesta...
¿Ves? Te quiero olvidar, y estoy llorando;
¡que la razón, que es fuerte, te detesta,
pero te quiere el corazón que es blando!
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