Xavier Villaurrutia
Xavier Villaurrutia (1903-1950) foi um poeta e dramaturgo mexicano, que ficou conhecido pelos seus dramas teatrais curtos denominados Autos profanos, compilados na obra Poesía y teatro completos de 1953.
1903-03-27 Cidade do México
1950-12-25 Cidade do México
1939
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Noturno da estátua
Sonhar, sonhar a noite, a rua, a escada
e o grito da estátua virando a esquina.
Correr até a estátua e encontrar tão-só o grito,
querer tocar o grito e achar tão-só o eco,
querer agarrar o eco e encontrar tão-só o muro
e correr até o muro e tocar um espelho.
Achar no espelho a estátua assassinada,
arrancá-la do sangue de sua sombra,
vesti-la em um piscar de olhos,
acariciá-la como uma irmã imprevista
e jogar com as fichas de seus dedos
e contar em seu ouvido cem vezes cem cem vezes
até que a ouça dizer: "estou morta de sono".
(tradução de Ricardo Domeneck)
:
Nocturno de la estatua
Xavier Villaurrutia
Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las fichas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: «estoy muerta de sueño».
e o grito da estátua virando a esquina.
Correr até a estátua e encontrar tão-só o grito,
querer tocar o grito e achar tão-só o eco,
querer agarrar o eco e encontrar tão-só o muro
e correr até o muro e tocar um espelho.
Achar no espelho a estátua assassinada,
arrancá-la do sangue de sua sombra,
vesti-la em um piscar de olhos,
acariciá-la como uma irmã imprevista
e jogar com as fichas de seus dedos
e contar em seu ouvido cem vezes cem cem vezes
até que a ouça dizer: "estou morta de sono".
(tradução de Ricardo Domeneck)
:
Nocturno de la estatua
Xavier Villaurrutia
Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las fichas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: «estoy muerta de sueño».
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